En el mundo, la agricultura depende en gran medida del uso de fertilizantes químicos y pesticidas para mantener sus altas producciones agrícolas, sin tener en cuenta los daños que pueden llegar a ocasionar, afectando el ciclado de nutrientes, contaminando las aguas subterráneas y superficiales, incrementando los riesgos de intoxicaciones químicas y aumentando los niveles de gases productores de efecto invernadero.
En términos simples, la agricultura social, económica y ambientalmente sustentable es la producción de alimentos, fibra u otros productos vegetales o animales para el bienestar de las generaciones presentes y futuras sin poner en riesgo la conservación de recursos naturales ni la diversidad biológica y cultural.
Potenciar las interacciones beneficiosas entre plantas y microorganismos constituye una alternativa prometedora para mejorar la producción agrícola sustentable, ya que los microorganismos pueden contribuir al aumento de disponibilidad de nutrientes para las plantas a través de la fijación de nitrógeno atmosférico o la solubilización de fósforo, pueden actuar como agentes de biocontrol de fitopatógenos, entre otras acciones benéficas. La demanda mundial de alimentos inocuos y de calidad implica entre otras cosas una disminución del uso de productos de síntesis química. En este contexto, los bioinsumos a base de microorganismos se posicionan como la principal herramienta para promover una agricultura amigable con el medio ambiente.
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